En el caso de los dientes incluidos , como genéricamente se denominan a los dientes que no han erupcionado y han quedado anclados en el interior del hueso (algo frecuente en los cordales o muelas del juicio, menos frecuente en los caninos superiores y excepcional en otros dientes) la extracción puede estar justificada por infecciones frecuentes en la zona (pericoronaritis), por dolor irradiado hacia la oreja o la cabeza, por aparición de áreas de alopecia («pelada»), por caries en las raíces de algún diente adyacente, por apiñamiento de los dientes, por debilitamiento peligroso de la mandíbula (con riesgo de fractura ante traumatismos menores), etc.
Cuando se pierde una pieza dentaria perdemos la función, capacidad masticatoria y la estética. También se altera la posición de las piezas vecinas. Todo esto facilita que puedan producirse caries, enfermedades de las encías e incluso problemas en las articulaciones de la mandíbula.
Los implantes son fijaciones de titanio que se colocan en el hueso y que servirán como raíces para colocar los dientes.
Al estar en contacto íntimo con el hueso se comportan de manera muy similar a las raíces para colocar los dientes. Sobre estas raíces se colocará la prótesis de manera que no habrá que tocar o desgastar los dientes próximos. Podemos reponer desde una sola pieza dentaria hasta la boca completa.
Al estar fabricados en titanio la respuesta del organismo es excelente. La superficie del titanio tiene un tratamiento específico para mejorar aún más la interacción con el hueso (osteointegración).
Sabemos que el titanio es totalmente biocompatible y no existen reacciones alérgicas, por lo cual no existe el rechazo.
El titanio se emplea ampliamiente en el campo médico: prótesis de cadera, válvulas cardíacas tornillos, placas factura, etc. Lo que sí puede haber es una falta de integración, de cicatrización del implante, aunque es una situación que ocurre en un bajo porcentaje (menor al 5%). En estos casos donde se produce una falta de integración, ese implante se sustituye por otro.
El proceso pasa por distintas fases:
Se ha de ver al paciente, explorarlo y hacer una historia clínica, conocer su estado general y recomendar las pruebas diagnósticas. Éstas van desde radiografías intraorales hasta radiografías panorámicas y scanner (TAC) según los casos.
También tomamos fotos y moldes de la boca para hacer un diagnóstico preciso y elaborar un plan de tratamiento totalmente personalizado. A partir de aquí el proceso varía mucho de un paciente a otro.
Podríamos establecer la siguiente pauta de actuación:
Los implantes pueden ser utilizados para resolver muchos casos clínicos, desde la reposición de una sola o más piezas dentarias ausentes sin necesidad de desgastar los dientes vecinos para el uso de prótesis fijas, hasta para desdentados totales de uno o ambos maxilares , permitiéndole reemplazar las prótesis completas removibles por prótesis fijas sin los molestos y a veces dolorosos paladares.
También podemos utilizar los implantes en pacientes desdentados totales para retener y estabilizar las prótesis completas, es lo que llamamos sobredentadura. En esta situación el paciente se puede quitar las prótesis para limpiarlas pero en ningún caso se moverán en su vida normal, al comer, hablar, reír o incluso estornudar. Dejan de ser un problema ya que la sobredentadura en ningún caso “baila” en la boca.